martes, 27 de noviembre de 2012

El palpitar amarillo

El ser humano es un ser de costumbres, de gustos, de apreciaciones que se despiertan, rechazan o adaptan a través del tiempo. Es común que las tradiciones irrumpan en la vida de las personas. Es normal que los gustos se dicten por ubicación geográfica. Es frecuente que cualquier representación de tu ciudad natal haga palpitar tu corazón - Pero qué pasa con el fútbol - una camiseta no define tu tradición, costumbre o representación, define el sentir y palpitar de tu corazón.

Nací en 1984, época dorada del club más popular del Ecuador, el Barcelona Sporting Club. Mi memoria se preocupaba más en aprender y mi corazón empezaba a delinear ya un palpitar. Luego de grandes hazañas, de grandes triunfos, llegó aquel inolvidable año, inolvidable por haber salido campeones e inolvidable porque fue el último título que se cosechó. 1997, en la alfombra al pie del televisor gritando a mis 13 años cada gol. Una lágrima anunciaba que este momento quedaría impregnado para siempre en mi interior.



Esa inocencia, ese latir inocente de un niño que durante 13 años había vestido cada domingo y cada miércoles de amarillo y polínes negros, que tenía en el patio de sus abuelos el "Monumental" es la misma que tengo hasta hoy. He aprendido durante 14 años que no siempre se triunfa, que la vida te hace falta sin sancionar, penales por fallar, expulsiones, pero con todo y todo, tu corazón jamás deja de palpitar.

Hoy, 2012, 14 años después de ese ultimo recuerdo, siendo ya padre y esposo, he juntado en mi vida una mezcla de emociones: aquel inocente cuando grite los goles, el adolescente que cargo con las bromas de sus amigos, el joven que supo sostener con estirpe el gusto por su camiseta, en un mismo palpitar por el equipo que me enseño tolerancia, sacrificio, aguante, convicción. El mismo que me vio nacer, llorar de emoción, correr furibundo por un partido perdido, hoy me mira tolerante y convencido de que el palpitar ha sido, es y será amarillo.

A pocos minutos de celebrar un campeonato más, hoy digo que valió la pena esperar. Es el mejor momento del fútbol ecuatoriano, donde el campeonato local es considerado uno de los más competitivos. Con jugadores que son estrellas en Inglaterra, México, Medio Oriente, con una selección imparable y con un pueblo, con una hinchada que nunca bajo los brazos, que estuvo ahí siempre, siguiendo al equipo amarillo.

Cuenca es mi ciudad natal pero Barcelona de Guayaquil es el equipo de mi palpitar. Nos toco esperar afuera en muchas fiestas. Hoy somos los anfitriones. 

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